La primera vez que tuve la menstruación tenía 11 años recién cumplidos y fue lo que para la mayoría, un terror indescriptible, a pesar de haber tenido algo de información por parte de la escuela y algunas advertencias por parte de mi familia, nada me podía preparar para ese shock a tan temprana edad. Mi historia con la menstruación ha sido algo complicada, sobretodo porque los primeros cinco años mi único recurso para enfrentarla eran las toallas sanitarias desechables, lo cual, para mi flujo, implicaba una plasta enorme que se sentía incómoda y que no me permitía moverme con libertad ni hacer todas mis actividades. Cuando cumplí 16 años aproximadamente, hice un poco de investigación acerca de los tampones y los incorporé a mi rutina, intercalándolos con las toallas sanitarias, definitivamente me daban más libertad y por fin podía ir a la playa o a nadar sin preocupaciones ni limitaciones.
En ese tiempo creo que fue cuando más en paz estuve con mi periodo, pero solo porque aún ignoraba la cantidad de desperdicio que suponía usar tanto toallas sanitarias desechables como tampones con dispensador plástico. Poco a poco, con el pasar de los años me fui educando respecto a todo el tema del medio ambiente y concientizándome en cuánto residuo producía y cómo podía evitarlo; al principio estaba reacia a dejar las toallas sanitarias desechables y los tampones, pero llegó un momento en el que dejé de usar toallas y sólo usaba tampones de dispensador de cartón. Pero aún así no me parecía suficiente, seguía siendo mucho desperdicio, tomando en cuenta que cada mes usaba alrededor de 25 tampones. Fue por eso que cuando empecé a escuchar de la copa menstrual me dio mucha curiosidad, todavía más cuando mi hermana la compró, comenzó a usarla y hablábamos de su experiencia (aquí te dejo el link de su experiencia https://espinarosa.com/2018/08/06/historia-de-una-menstruacion/).
Cuando comencé a trabajar en Bodega Cero, hace aproximadamente un año, vi que vendían la marca angelcup, y en mis ratos libres, me dedicaba a leer todos los folletos y tarjetones de información que mandan junto con el producto, fue ahí cuando vi que, en promedio, un paquete de toallas sanitarias tarda 500 años en degradarse, esto significa que todas las toallas sanitarias desechables que se han utilizado en la historia siguen en algún lugar del planeta.
Después de informarme, ver testimonios, videos de cómo colocarla y cómo retirarla e investigar todo lo que podría salir mal, reuní el valor (y del dinero) para, finalmente, comprarme la copa junto con el vaso esterilizador. Y ahora, solo quedaba esperar a mi siguiente menstruación. Por fin el día llegó, llené mi vasito esterilizador con agua natural, metí la copa y la puse en el microondas por un minuto, después me la coloqué como había visto en los videos y esperé a ver qué pasaba, por si las dudas, me puse un pantiprotector desechable y continué con mi día. La primera vez, debo admitir que las cosas no salieron a la perfección, sentía la copa, me molestaba un poco y no tenía ni un poco de confianza en que fuer a funcionar. Gracias a que ahora es muy popular, existen miles de sitios en línea donde pueden aclararte casi cualquier duda, y también la página de angelcup tiene un espacio en el que puedes mandar mensaje y hablar con alguien respecto a cualquier duda o problema. Después de un par de intentos más, logré encontrar la forma que me parecía más cómoda para ponerme la copa y mi vida cambió para siempre, cuando lees los testimonios y nunca la has usado, crees que es una exageración o que se lo inventan, pero genuinamente, desde mi experiencia te puedo confirmar que la copa no se siente, no molesta y no “estorba” en tus actividades cotidianas. Con la copa he podido ir a nadar al mar, hacer ejercicio, acampar, llevar a cabo mis actividades diaria y viajar sin ningún problema, y tengo la confianza de que me durará muchos años más, a casi un año de comenzar a usarla, puedo decir que ya recuperé mi inversión y que he transformado la manera en la que veo mi menstruación, ya no es un fastidio, sino que ahora la veo como una parte más de mí.
Salma Ferniza